jueves, 30 de octubre de 2014

La muerte empieza en el colon (Intestinos sucios) - Muy Importante!!!

El hijo de uno de mis mejores amigos vive agobiado por todo tipo de enfermedades: alergia,
asma, eczema, diarreas, estreñimiento... Y además va de infección en infección.
 

Sus padres le han eliminado de la dieta la leche, el gluten, los embutidos, los huevos… pero no
le ha servido de nada.
 

Resulta que el niño nació por cesárea.
 

Cuando me lo dijo, no lo dudé ni un segundo. Enseguida pensé: “Flora intestinal”. * * *


Audio on-line mp3 de este texto, aquí:

La muerte empieza en el colon (Intestinos sucios) - Muy Importante!!!



“La muerte empieza en el colon”

Si tenemos un tubo digestivo mal cuidado, poblado de bacterias y hongos oportunistas y
patógenos (en particular, Candida albicans) y contaminado por alimentos mal digeridos,
corremos el riesgo de que se quede atascado por materia fecal tóxica. Esta situación puede
provocar desequilibrios y trastornos de distinta gravedad.

En concreto, se puede sufrir estreñimiento habitual, gases, diarreas, inflamaciones de distinta
índole, alteraciones en la piel, cambios de humor o enfermedades más graves, como una
colopatía funcional, una diarrea sangrante e incluso cáncer de colon.

Al hacer una autopsia, es fácil comprobar si el colon de la persona fallecida se encontraba muy
atascado por excrementos. Es el origen del dicho: “la muerte empieza en el colon”.

Un intestino sucio conlleva el riesgo de tener un sistema inmunitario deficiente. Se es más
vulnerable ante enfermedades infecciosas e inflamatorias relacionadas con el aparato digestivo,
respiratorio, urogenital, etc.

Además, tener el colon “enfermo” también es un factor desencadenante de trastornos
emocionales.
Poca gente lo sabe, ni siquiera todos los médicos, pero las células del intestino
producen el 80% de la hormona del buen humor (la serotonina) que se encuentra en el cuerpo.
De alguna manera, el intestino es nuestro “segundo cerebro”, así que tenemos que cuidarlo muy
bien.



Cuidar el tubo digestivo

En internet se puede encontrar una gran oferta de productos, más o menos fiables, que sirven
para limpiar el tubo digestivo. Pero el intestino no es ni una chimenea que haya que deshollinar,
ni una tubería que haya que desatascar. De hecho, es más delicado, y a la vez mucho más
sencillo.

Por lo general no deberíamos hacer nada. La madre naturaleza lo ha previsto ya todo: un
ejército de miles de millones de microorganismos que pueblan el colon (el último tramo del
intestino, justo antes del recto), que día y noche lo protegen y limpian impidiendo que las
bacterias y levaduras dañinas se desarrollen e invadan la zona.

Los microbios del intestino son muy numerosos; hay hasta cien veces más que células tiene el
cuerpo, es decir, unos 100 millones de millones (¡14 ceros!).

Este inmenso ejército recibe el nombre de “flora intestinal” o “microbiota”.

Utilizar el término “flora” aplicado al intestino puede chocar, pero lo cierto es que hace
referencia al número de especies de bacterias y levaduras (200 tipos como mínimo) que ahí
cohabitan, como ocurre en los jardines botánicos. Y cada persona tiene su propia flora
intestinal, tan personal como su huella dactilar.

Cuidar su propio jardín es responsabilidad de cada persona; resembrarlo con frecuencia,
eliminar las malas hierbas, abonarlo… o bien abandonarlo. En este último caso, lo que era un
bonito jardín inglés rápidamente se convertirá en un horrible y nauseabundo vertedero, refugio
de especies nocivas que pueden provocar enfermedades.

LA MUERTE INICIA EN EL COLON



Los malos olores no son normales

La función principal del colon es fermentar los alimentos que no se han digerido
completamente para extraer los últimos nutrientes y hacer que pasen a la sangre. Cuando el
colon está sano y funciona bien, sólo quedan residuos inutilizables que se evacuan con
regularidad, y que no desprenden mal olor.

Por el contrario, en presencia de bacterias y levaduras nocivas, el tránsito se altera produciendo
estreñimiento o diarrea y los residuos alimentarios huelen mal. Además, cuando se tiene una
mala digestión, aparte de ser desagradable en sí mismo, nuestro organismo no puede extraer los
nutrientes de la comida de manera satisfactoria. Si no se hace nada al respecto, se puede llegar
a tener déficit nutricional, o incluso carencias.

La flora nociva produce también gas carbónico, metano e hidrógeno en abundancia. Y los
gérmenes se extenderán hasta provocar bolsas de gas a lo largo del colon, generándonos la
sensación de que vamos a estallar. Las flatulencias y gases no tienen nada de gracia. Indican
una mala digestión y también que el colon necesita ayuda. Este círculo vicioso se origina por la falta de bacterias “buenas”, beneficiosas para la salud, que favorezcan la digestión.
Y llegados a este punto, retomo el caso del hijo de mi amigo que nació por cesárea.


La flora intestinal se determina en el nacimiento

La composición de la flora intestinal depende, en primer lugar, de la manera en la que nacemos.
Cuando nos encontrábamos en el vientre de nuestra madre, nuestro tubo digestivo era estéril.
No tenía microbios.

Las bacterias y levaduras no se instalan en él hasta el momento del parto: 72 horas después de
nacer, nuestro tubo digestivo contiene ya ¡millones y millones de bacterias y levaduras!
¿Pero de dónde proceden todas esas bacterias y levaduras? Aún lo desconoce mucha gente,
pero para los niños que han nacido por parto natural proceden de la flora vaginal de la madre.

Ahora bien, la flora vaginal depende en gran medida de la flora intestinal, por lo que las
mujeres que en las últimas semanas de embarazo tengan una adecuada flora intestinal, dejarán a
sus hijos una excelente herencia de especies microbianas para que siembren su intestino. Si por
el contrario el intestino de la madre está contaminado por especies oportunistas y patógenas,
por desgracia el bebé también las heredará.

De esta manera queda demostrado que la predisposición a padecer ciertas enfermedades tiene
relación directa con un tipo de microflora que se transmite de madres a hijos en el nacimiento.
En particular ocurre con los descendientes de mujeres que sufren asma o dermatitis. Si durante
los últimos meses de embarazo la madre regenera su microflora (veremos cómo), el niño no
será portador de una flora que pueda provocarle eczemas y/o asma. De esta manera tan sencilla
se puede evitar que el recién nacido sufra una deficiencia que puede arrastrar de por vida, y que
a su vez podría derivar en una bronquitis crónica que requeriría de asistencia respiratoria,
convirtiéndole en una persona dependiente.

Existe otro caso igualmente preocupante y es el de los niños que nacen por cesárea.

El bebé que nace por cesárea, al ser extraído directamente de la placenta (habitáculo estéril), no
tiene contacto con la flora de su madre. Recibe entonces la microflora del entorno, es decir, del
hospital, que suele estar poblado de bacterias resistentes a los antibióticos, en especial la
desgraciadamente famosa estafiloco aureus (Staphylococcus aureus).

Si no se corrige a tiempo, la flora intestinal de origen hospitalario puede tener consecuencias
dolorosas para toda la vida.

Así que es muy importante que desde el momento mismo del nacimiento, las mamás a las que
por fuerza debe practicárseles una cesárea siembren el tubo digestivo de su bebé con bacterias
beneficiosas para la salud. Antes de hablar de cómo hacerlo, déjeme que puntualice que incluso
una flora intestinal buena en el nacimiento puede llegar a desequilibrarse.


Cómo se puede romper el equilibrio de la microflora

Tras el nacimiento, el equilibrio de la microflora intestinal se encuentra en constante evolución.
Se trata de un equilibrio dinámico que puede romperse por diferentes factores endógenos y
exógenos:

1. factores endógenos (que se originan en el interior del organismo): puede que tengamos
un sistema inmunitario deficiente o una enfermedad metabólica leve que ocasione una
modificación de la flora intestinal. Si nos hacemos una herida o pasamos por el
quirófano, tenemos una inflamación, estreñimiento crónico o un tumor en el intestino, la
microflora también puede alterarse gravemente, lo que empeora los síntomas de la
enfermedad prolongando la recuperación.

2. factores exógenos (que se originan en el exterior): una alimentación desequilibrada, la
contaminación por metales pesados o por pesticidas utilizados en el campo o por aditivos
alimentarios antimicrobianos, infecciones por gérmenes patógenos, niveles altos de
estrés, tratamientos antibióticos, vacunas... Todo ello favorece la inhibición de las
bacterias buenas, dejando espacio para que se reproduzcan los gérmenes oportunistas y
patógenos que son responsables de enfermedades.

Las consecuencias pueden tener mayor o menor gravedad, e ir desde simples trastornos
digestivos hasta la ruptura total de las defensas del organismo. En ese caso, se corre el riesgo de
que los gérmenes se multipliquen hasta provocar una infección generalizada (septicemia), y
potencialmente la muerte.

Esto demuestra que una flora intestinal equilibrada es clave a la hora de estar sanos y hacer
frente a las enfermedades. Nuestro objetivo debe ser conservar la flora en un estado
microbiológico perfecto.

Voy a explicarle cómo:


Cuidar y mejorar la flora intestinal

Algunas de las bacterias presentes en la flora intestinal tienen un efecto positivo para la salud y
para la vida en general: por ese motivo, los científicos las han bautizado como “probióticas”
(beneficiosas para la vida). Estimulan el sistema inmunitario, reducen las alergias y alivian la
inflamación del intestino. También impiden la producción de toxinas susceptibles de
sobrecargar el hígado, mejoran el tránsito intestinal, disminuyen las flatulencias y previenen los
trastornos digestivos (estreñimiento o diarrea). Para que realmente merezcan llamarse
probióticos, es necesario demostrar sus efectos científicamente.

Pero existen otras especies oportunistas o patógenas, susceptibles de originar problemas de salud de todo tipo, entre ellos alergias, micosis y hasta alguna enfermedad.

Entre las micosis, la candidiasis provocada por la Candida albicans es alarmante, puesto que la
proliferación de este germen en el organismo provoca una alteración del sistema inmunitario
que puede abrir la puerta a otras enfermedades, como el cáncer.

El reto es el siguiente: tenemos que favorecer la proliferación de bacterias beneficiosas
mediante la implantación de especies favorecedoras de bacterias saludables y el uso del
“abono” adecuado. Y, al mismo tiempo, debemos impedir que se desarrollen las especies
patógenas, origen de enfermedades.

A continuación puede ver qué medidas puede tomar para reforzar su sistema inmunitario,
aumentar su vitalidad y, en definitiva, mejorar su bienestar.


Reducir el consumo de alimentos en estado puro

Se deben consumir con moderación alimentos en estado puro, no procesados, como la carne, el
queso, las grasas y los azúcares simples (o monosacáridos), ya que pueden romper el equilibrio
de la microflora.

Desde los años cincuenta, el consumo de alimentos en estado puro no ha dejado de crecer, con
el consiguiente e incesante desarrollo de lo que llamamos enfermedades del mundo
desarrollado: es decir, enfermedades cardiovasculares, trastornos digestivos, metabólicos, del
sistema nervioso u osteoarticular, etc.

Sirva como ejemplo el elevado consumo de azúcares simples: sacarosa, fructosa, maltosa,
lactosa, glucosa...

Todos los alimentos azucarados o que se transforman rápidamente en azúcares simples,
incluido el zumo de frutas, favorecen la proliferación de una flora fúngica que altera el sistema
inmunitario, aumentando el riesgo de diabetes, obesidad, accidentes cardiovasculares y todo
tipo de cáncer.

Puede parecer exagerado, pero hoy en día los médicos no tienen ninguna duda al respecto: un
consumo elevado de azúcar produce hiperglucemia y, consiguientemente, hiperinsulinemia, que
provoca la formación del tumor cancerígeno y acelera el crecimiento de células tumorales.
Los españoles consumen de media 43,8 kilos de azúcar al año, es decir, unos 120 gramos al día
(equivalente a entre 15 y 20 cucharaditas de postre diarias). La mayor parte de este azúcar se
“cuela” a través de productos elaborados (refrescos y bebidas azucaradas, cereales, derivados
lácteos, etc. que se endulzan con fructosa, el principal edulcorante industrial). Esta cifra es
alarmantemente alta. Debería reducirse como mínimo hasta colocarse por debajo de los 10
kilos al año. Y también deberíamos reducir el consumo de carne, grasas saturadas y lácteos.

Así que prioricemos las frutas, legumbres y cereales integrales, bayas, frutos secos, pescados
grasos ricos en nutrientes como el colágeno, minerales, vitaminas liposolubles y ácidos grasos omega-3. Podemos tomar algo de carne, lácteos (sobre todo leche de cabra y oveja) y aceites
vegetales (preferiblemente aceite de oliva o nuez), algo menos de grasas saturadas y muy pocos
dulces.


Comer más fibra: es “prebiótica”

La alimentación moderna es demasiado rica en alimentos en estado puro (carne, queso, grasas y
azúcares) y pobre en fibra. A pesar de no ser un nutriente esencial de nuestro cuerpo, la fibra
alimentaria resulta indispensable para preservar la flora intestinal, que se alimenta de ella
transformándola en ácidos orgánicos que protegen y regeneran la mucosa intestinal.
Algunas fibras alimentarias son solubles porque tienen poco peso molecular. Se las denomina
“prebióticas” porque su objetivo es estimular el crecimiento de las bacterias “probióticas” o
bacterias “buenas” del ecosistema intestinal.

Como nuestra flora intestinal se nutre de fibras, no podemos dejar que se eche a perder
privándola de las fibras solubles que podemos encontrar, por ejemplo, en la fruta de temporada
bien madura, en una gran variedad de legumbres (preferiblemente leguminosas y crucíferas) y
en los cereales de siempre, pobres en gluten (arroz, mijo, avena, espelta…).

Consuma especialmente legumbres y frutas ecológicas, porque no contienen pesticidas
(cancerígenos) ni conservantes (antibacterianos y antifúngicos que alteran la flora intestinal).

Además, en necesario evitar la ingesta conjunta de hidratos de carbono y alimentos ácidos (por
ejemplo, cereales y cítricos, cereales o legumbres con vinagre o limón, tomate y pasta o
arroz...), ya que los ácidos neutralizan la acción de las enzimas salivales sobre el almidón de los
hidratos de carbono, con la consiguiente producción de toxinas en el intestino.


Redescubrir los productos fermentados

Todas las semiconservas fermentadas contienen bacterias del grupo láctico (Lactococcus,

Enterococcus, Leuconostoc, Pediococcus, Streptococcus, Lactobacillus…).

Nuestros antepasados comprendieron instintivamente que los productos fermentados se
conservaban bien y que su consumo era beneficioso para la salud. Desde comienzos del siglo  pasado, el mundo de la microbiología ya puso poco a poco de manifiesto que algunas bacterias
desarrolladas espontáneamente en los productos con fermentación láctica poseían
características “probióticas”, es decir, beneficiosas para la salud.

El chucrut se viene consumiendo desde la época de los Romanos, y la col fermentada sigue
siendo hoy un plato importante de la cocina centroeuropea, desde Alsacia hasta Ucrania. En
Polonia, Ucrania y muchos países de Europa del Este se consume borsch, una sopa de verduras
cuyo ingrediente principal es el zumo fermentado de remolacha.

También en los países asiáticos destaca el consumo de col fermentada, como en el kimshi
coreano, aunque la mayoría de las verduras pueden consumirse de esta manera: zanahorias,
berenjenas, cebollas, pepinos…

En la cocina occidental, las aceitunas, pepinillos, remolacha, nabos, etc. se conservan mediante
fermentación láctica. No obstante, la industria agroalimentaria tiende cada vez más a conservar
los productos en escabeche o en vinagre, o a esterilizarlos tras la fermentación, lo que destruye
las bacterias. La cerveza de hoy en día suele pasteurizarse a pesar de estar fermentada, por lo
que contiene muy pocas bacterias y levaduras.

Por el contrario, la leche fermentada es muy rica en bacterias beneficiosas para la salud con
características “probióticas” de diferentes propiedades en función de la especie y biotipo
bacteriano utilizado.

Es el caso del yogur (fermentado por Streptococcus thermophilus y Lactobacilus bulgaricus),
la leche acidófila (fermentada por Lactobacillus acidophilus), la leche con bifidus (fermentada
por Bifidobacterium bifidum, longum, breve o lactis), el kéfir (fermentado por varias especies
de Lactococcus, Leuconostoc, Lactobacillus, Sacharomyces, Kluyveromyces, etc.). Todos estos
tipos de leche fermentada son importantes para la salud, especialmente si la materia prima
procede de cabra, oveja o yegua. En lo que respecta a los yogures clásicos, cada vez más y más
personas desarrollan una intolerancia a la leche de vaca, que se manifiesta en inflamaciones
como rinitis, sinusitis, artritis, artrosis, etc.


Comer adecuadamente

Mastique y ensalive bien los alimentos, sobre todo aquellos ricos en almidón, como los
cereales, las frutas, las verduras y las legumbres. Masticar adecuadamente garantiza que la
primera fase de la digestión tenga lugar en la boca bajo los efectos de la amilasa de la saliva,
evitando una fermentación intestinal putrefacta que produzca toxinas.

No abuse de los alimentos que en ocasiones producen reacciones de intolerancia, como pueden
ser la leche de vaca y sus derivados, los cereales modernos ricos en gluten y sus derivados.


Evitar el agua con cloro

Se añade cloro al agua del grifo antes de que ésta sea distribuida para el consumo precisamente
Imprimir mensaje - Outlook.com https://blu172.mail.live.com/ol/mail.mvc/PrintMessages?mkt=es-co
7 de 10 28/10/2014 11:47 a.m. porque acaba con los gérmenes dañinos que pueda contener.

Es una gran idea y, desde que se inició esta medida, enfermedades como la disentería o el
cólera han desaparecido en los países desarrollados.

No obstante, el cloro tiene el mismo efecto en nuestro tubo digestivo: tiende a desinfectarlo,
matando indistintamente a los microorganismos buenos y a los malos. Hay que evitar el
contacto innecesario con sustancias bactericidas (que matan bacterias) o fungicidas (que matan
levaduras y hongos), incluidos los productos para desinfectar las manos y la piel, porque
acaban con todas las cepas microbianas, sean éstas buenas o malas. Además, la piel y los
órganos sexuales también están cubiertos de una microflora que hace frente a los gérmenes
nocivos, así que más vale cuidarla.

Si se toman todas estas precauciones, la microflora protectora se reequilibrará ella sola, siempre
y cuando nuestra alimentación y nuestra forma de vida se lo permitan, ya que son los dos
medios más poderosos que tenemos para recobrar la salud.

Para hacer el proceso más fácil, se pueden tomar también algunos complementos alimenticios.
El problema es que la mayor parte de los “probióticos” a la venta no funcionan. ¿No será
porque se ofrecen en formato de comprimidos, lo que implica que se ha debido aplicar una
fuerte compresión de sus componentes, que hace subir la temperatura y, por tanto, ha matado
las bacterias?

¡A su salud!

Juan-M Dupuis

lunes, 6 de octubre de 2014

LAS SIETE RONDAS DE LA CREACION Y LAS SIETE RAZAS por SAMAEL AUN WEOR (1968)



Audio de este texto, aquí.

Este artículo se complementa con: EL ORIGEN DEL HOMBRE - SAMAEL AUN WEOR (1970)

Durante el Gran Día Cósmico de Manifestación, las oleadas de vida o chispas virginales van atravesando 7 períodos de manifestación o Rondas sucesivas, constituyendo estas últimas la evolución planetaria. 

LAS SIETE RONDAS DE LA CREACION Y LAS SIETE RAZAS
por SAMAEL AUN WEOR (1968) 


PRIMERA RONDA: RONDA MENTAL (PERIODO DE SATURNO)

En el primer periodo de manifestación la naturaleza toda era mental, las formas ya dibujadas en la Mente Cósmica fueron tomando diferentes grados de densidad en sucesivos periodos de manifestación.

“He penetrado clarividentemente en la época de Saturno… aquí no veo nada vago ni vaporoso… Besant, Leadbeater, Heindel, Steiner, ¿dónde están vuestros poderes? ¿Qué se hicieron vuestros conocimientos? ¿Para qué me habláis de cosas vagas cuando todo aquí es concreto y exacto?

Estos hombres de la época de Saturno eran hombres... y hombres de verdad, porque tenían al “Ser” y sabían que lo tenían.
Las humanidades, siempre son análogas, y estos hombres de la época de Saturno, eran como los actuales… el ambiente semejante.

Cuando se habla de humanidad, vienen a la mente negocios, tabernas, lupanares, orgías, bellas muchachas casquivanas y apuestos galanes, princesas robadas y viejos castillos, tenorios de barrio y poetas trasnochados; el anciano que pasa y el niño que llora, la madre que arrulla una esperanza y el fraile que murmura alguna oración... en fin, toda esa gama de cualidades y defectos, variados, diversos, que constituyen los valores humanos.

La humanidad es una matriz donde se gestan ángeles y diablos. De la humanidad no sale sino eso: ángeles o diablos.

Cuando las Mónadas Divinas animan los tres reinos inferiores no hay ningún peligro. El peligro está al llegar al estado humano: de este estado se sale para ángel o para diablo”.

“La materia toda, era mental. Todos los humanos usaban Cuerpos Astrales. Comían, vestían, bebían y se divertían como ahora, porque el Cuerpo Astral es un organismo casi tan denso como el Físico y está análogamente constituido como el Físico.
Ciertamente los hombres de la Arcadia recordaban antiguos cataclismos y hermosas tradiciones milenarias... de épocas pre-saturnianas... pero en pleno apogeo del estado humano, la vida era semejante a la actual.”

“Los hombres de esta época de Saturno usaban Cuerpos Astrales y eran altos de estatura: en ese entonces nuestros cuerpos humanos eran tan sólo gérmenes con posibilidades de desenvolvimiento. Los actuales “Intimos” humanos, entonces eran sólo chispas virginales que animaban el reino mineral.”

“El crepúsculo de la Noche Cósmica extendía el terciopelo de sus alas misteriosas sobre los valles profundos y las enormes y gigantescas montañas de la vieja Arcadia. Los corpulentos árboles milenarios, últimos vástagos de padres desconocidos, habían ya visto durante largos años caer las hojas del otoño y ahora parecían secarse definitivamente para caer en brazos de la muerte. Nuestros actuales cuerpos humanos parecían ya fantasmas de hombres y los Intimos de nuestra actual humanidad habían ya recibido su más fina vestidura.

Terribles terremotos sacudían Arcadia y por donde quiera se sentía un hálito de muerte; de aquellas enormes multitudes de seres humanos habían salido dos clases de seres: ángeles y diablos”.


SEGUNDA RONDA: RONDA ASTRAL (PERIODO SOLAR)

“Después de un periodo de reposo cósmico, la vida recapituló la Epoca de Saturno y entonces se inició la Epoca Solar: La Tierra brillaba y resplandecía con los coloridos inefables de la Luz Astral, y la materia del Universo era la misma Luz Astral. Los Cuerpos Físicos de nuestra actual humanidad se desarrollaron un poco más y recibieron el Cuerpo Vital que hoy en día sirve de base a toda la biología humana.

Los ángeles y los diablos de la Epoca de Saturno flotaban en el ambiente de la Epoca Solar”.

“El universo brillaba y resplandecía lleno de inefable belleza. La humanidad de la Epoca Solar era análoga a las demás humanidades de cualquier época; y entre los hombres de aquella época, hubo uno que se esforzaba terriblemente por llegar a la perfección. Ese hombre fue más tarde Cristo, el divino rabí de Galilea, el Logos Solar.

Había en la Epoca Solar otro templo de magia negra donde se iniciaron también muchísimos hombres que más tarde se convirtieron en demonios. Astarot fue iniciado en ese negro y gigantesco templo.

Al acercarse después de millones de años la Noche Cósmica de aquella época solar, los Cuatro Señores de la Llama dotaron a los actuales Intimos humanos, del Alma Espiritual o Cuerpo Budhico, que es el Cuerpo de la Intuición.

El vehículo de la intuición está conectado directamente con el corazón. El corazón es pues el centro de la intuición.

El chacra o flor de loto de la intuición gira y resplandece con extraordinaria belleza. En ese chacra hay siete centros atómicos que sirven de instrumentos a las siete grandes jerarquías cósmicas para actuar sobre nuestro maravilloso organismo. Como ya dijimos en nuestro libro titulado “El Matrimonio Perfecto” o “Puerta de Entrada a la Iniciación”, el corazón del Sol está análogamente construido como el corazón de nuestro organismo humano. Así como en el Sol hay siete jerarcas que dirigen los siete rayos cósmicos, así también en nuestro corazón hay siete cerebros que pertenecen a las siete grandes jerarquías cósmicas”.

“Al final de la época solar la humanidad de aquel tiempo llegó al estado angélico, y son los arcángeles de hoy en día.

El más alto iniciado de ellos fue Cristo, pero no todos los humanos de ese entonces llegaron a ese Estado, pues la mayoría se convirtieron en demonios.

Yavhé, el polo contrario del Cristo, fue el más alto iniciado negro y tenebroso de esa época. Llegada la Noche Cósmica pareció el Universo sumergirse en el caos. La naturaleza entera entró en el sueño feliz.

Las semillas de todo lo viviente se entregaron en brazos del sueño... y en los espacios infinitos vibraron deliciosamente las arpas de los Elohim”.


TERCERA RONDA: RONDA ETERICA (PERIODO LUNAR)

“Pasada la Noche Cósmica del periodo solar, se inició el alba del período lunar. El Universo Solar se condensó en materia etérica. La vida recapituló todos los estados de los pasados períodos cósmicos y después de esos procesos de recapitulación, se inició en nuestra Etérica Tierra, llamada Tierra-Luna, el periodo lunar en toda su plenitud. Los hombres de la época lunar eran pequeños de estatura y sus cuerpos eran de materia etérica. Construían sus casas bajo tierra, aunque sobre la superficie ponían techos análogos a los techos de nuestras actuales casas. Negociaban, trabajaban y se divertían lo mismo que nosotros; sus poblaciones urbanas eran pequeñas y estaban conectadas como las nuestras, con caminos y carreteras.

Tenían también automóviles semejantes a los nuestros y las montañas eran transparentes como el cristal y de un color azul oscuro muy hermoso; ese es el color azul que nosotros vemos en las lejanas montañas, ese es el Eter.

Toda nuestra antigua Tierra era de ese bello color.

Los volcanes estaban en incesante erupción y había más agua que en nuestra época actual; por donde quiera se veían lagos inmensos y mares dilatados.”

“La flora y la fauna de ese tiempo eran muy diferentes a la nuestra: allí vemos clarividentemente vegetalesminerales, es decir, semi-vegetales, semi-minerales, vegetales semi-animales, etc., es decir, los tres reinos de la Naturaleza no estaban completamente definidos como ahora; en esa época un reino se confundía con otro. Había entre los árboles una marcada tendencia a tomar con sus ramas y hojas formas cóncavas, lo cual los hacía semejantes a gigantescos paraguas. Se adivinaba a través de todo lo existente una marcada tendencia a inclinarse “hacia abajo”, es decir, hacia la condensación de nuestra Tierra actual. La Naturaleza es una viviente escritura por donde quiera, y con esa viviente escritura escribe sus designios.

Vemos en cambio ahora en nuestra época actual del siglo XX, una marcada tendencia del hombre a construir elevados edificios y aviones cada vez más rápidos, etc. Nuestros actuales arbustos no quieren inclinarse sino subir hacia el Sol, hacia arriba, y es que nuestra Tierra ya llegó al máximum de condensación material, y ahora anhela subir nuevamente, volver a “eterizarse”. En realidad, el Eter, está inundando el aire y eterizando la Tierra cada vez más, y al final de la Gran Raza Aria, el Eter se hará totalmente visible en el aire; y entonces las criaturas que viven en el Eter, compartirán con el hombre todas sus actividades.

En el periodo lunar, los cuerpos físicos de nuestra actual humanidad llegaron a un mayor grado de perfección y entonces recibimos el Cuerpo Astral. Los hombres de hoy éramos los animales del período lunar, y los ángeles y los diablos de los antiguos períodos flotaban en la atmósfera etérica de nuestra Tierra-Luna; eran visibles y tangibles para toda la humanidad. El hombre percibía tras el fuego de los volcanes en erupción, a los arcángeles (arcángeloi) o criaturas del fuego, y tras de todas las formas existentes a los señores de la forma. Los hijos de la vida regulaban las funciones vitales de todo lo existente y las criaturas elementales de los 5 elementos de la Naturaleza convivían con los hombres”.

"Al finalizar aquél gran periodo lunar, los Intimos de la actual humanidad recibieron el Cuerpo del Espíritu humano, llamado Cuerpo de la Voluntad, que tanto desprecia Krishnamurti".

“Llegada la Noche Cósmica del periodo lunar, Jehová y sus ángeles, Lucifer y sus demonios, se retiraron del escenario cósmico y la Naturaleza toda, entró en profundo reposo”.


CUARTA RONDA: RONDA FISICA (PERIODO TERRESTRE)

“Pasada la Noche Cósmica del período lunar, el Universo se condensó en la nebulosa de que nos habla Laplace.

Este fue el comienzo de la época físico-química en la cual vivimos nosotros. La Naturaleza recapituló los pasados periodos cósmicos tal como alegóricamente los describe el Génesis”.

“Estos fueron los tiempos de la nebulosa de Laplace durante los cuales la Tierra recapituló la época de Saturno”.

“Las moléculas de la nebulosa caliente y obscura entraron en fricción, bajo el poderoso impulso de la palabra perdida del Creador, y entonces la nebulosa se hizo ígnea.

Esta fue la época Hiperbórea, durante la cual entraron en actividad los Atomos Solares de la época Solar. Nuestra Tierra fue entonces un globo ígneo lleno de Sabiduría del Fuego y de la Luz que el mismo Fuego produce. Y en ese globo ardiente vivieron los Arcángeles que fueron los hombres de la época Solar, y se expresaron en toda la plenitud de su sabiduría.

«Luego dijo Dios: haya expansión en medio de las aguas, y separó las aguas de las aguas».

«He hizo Dios la expansión y apartó las aguas que estaban debajo de la expansión, de las aguas que estaban sobre la expansión, y fue así».

«Y llamó Dios a la expansión cielos, y fue la tarde y la mañana el día siguiente». (Génesis 1: 6, 8).

Aquí la Biblia sigue hablando de la recapitulación del periodo Solar: el globo ardiente al contacto con las húmedas regiones interplanetarias producía vapor de agua y se formaban enormes nubes que, al condensarse, caían en forma de lluvia, formando enormes mares y pozos que hervían incesantemente sobre el globo ardiente, y las nubes separaron las aguas del cielo, de las aguas del ardiente globo.

«Dijo también Dios: Júntense las aguas que están debajo de los cielos en un lugar, y descúbrase la seca. Y fue así.

Y llamó Dios a la seca, Tierra, y a la reunión de las aguas, llamó Mares: y vio Dios que era bueno». (Génesis 1: 9, 10).

Los pozos de agua que hervían incesantemente sobre el ardiente globo, vinieron a cristalizarse en forma de “incretos” sobre la superficie del ardiente globo, y así se cumplió la palabra del creador que dijo: “descúbrase la seca”. “Y llamó Dios a la seca Tierra”. Así fue como se formó la primera costra terrestre llamada Lemuria.

En esta época Lemur la Tierra recapituló el periodo Lunar, porque es una ley de la vida que la naturaleza antes de iniciar sus nuevas manifestaciones, recapitula todas sus pasadas manifestaciones.

El que quiera conocer objetivamente todos los procesos evolutivos de la humanidad, que observe el feto humano desde su concepción. Entre el vientre de la madre el feto recapitula todas las metamorfosis del cuerpo humano, desde sus antiquísimos orígenes”.


PRIMERA RAZA-RAIZ O PROTOPLASMÁTICA.

Habitó lo que hoy conocemos como el Casquete Polar Norte, la Tierra de Asgard, citada en antiquísimas tradiciones como la lejana Thule paradisíaca, la Isla de Cristal.

La Raza Polar se desenvolvió en un ambiente totalmente distinto al actual. En aquella época la Tierra era propiamente semietérica, semifísica; las montañas conservaban su transparencia y la Tierra toda resplandecía gloriosamente con un bellísimo color azul etérico intenso.

Producto maravilloso de incesantes evoluciones y transformaciones que otrora se iniciaran desde el estado germinal primitivo, la 1ª Raza surgió de las dimensiones superiores completa y perfecta.

Incuestionablemente la 1ª Raza jamás poseyó elementos rudimentarios ni fuegos incipientes. Para bien de la Gran Causa lanzaremos en forma enfática el siguiente enunciado: “Antes de que la 1ª Raza humana saliera de la cuarta coordenada para hacerse visible y tangible en el mundo tridimensional, hubo de gestarse completamente dentro, Jagad-Yoni, la “matriz del mundo”.

Extraordinaria humanidad primigenia, andróginos sublimes totalmente divinos, seres inefables más allá del bien y del mal.

Prototipos de perfección eterna para todos los tiempos, seres excelentes semifísicos, semietéricos con cuerpos protoplasmáticos indestructibles de bello color negro, elásticos y dúctiles, capaces de flotar en la atmósfera.

Con el material plástico y etéreo de esta Tierra primigenia se construyeron ciudades, palacios y templos grandiosos.

Resultan interesantísimos los Rituales Cósmicos de esta época. La construcción del templo era perfecta. En las vestiduras se combinaban los colores blancos y negros para representar la lucha entre el espíritu y la materia. Los símbolos y objetos de trabajo se usaban invertidos para representar el Drama que se proyecta en los siglos: el descenso del espíritu hacia la materia. La vida estaba hasta ahora materializándose y debía dársele expresión simbólica. Su escritura gráfica fueron los caracteres rúnicos, de gran poder esotérico.

Es ostensible que todos esos seres ingentes eran los fuegos sagrados personificados de los poderes más ocultos de la Naturaleza.

Esa fue la Edad del fisiparismo, aquellas criaturas se reproducían mediante el acto sexual fisíparo, “según se ha visto en la división de la célula nucleada, en la que el núcleo se divide en dos subnúcleos, los cuales o bien se desarrollan dentro de la pared celular, o la rompen y se multiplican hacia el exterior como entidades independientes”.

En aquellos seres andróginos (elementos masculino y femenino perfectamente integrados) la energía sexual operaba en forma diferente a la actual, y en determinado momento el organismo original del padre-madre se dividía en dos mitades exactas, multiplicándose al exterior como entidades independientes, proceso similar a la multiplicación por bipartición o división celular.

El hijo andrógino sosteníase por un tiempo del padre-madre. Cada uno de estos sucesos de la reproducción original, primigenia, era celebrado con rituales y fiestas.

Incuestionablemente la Isla Sagrada, cuna del primer hombre y morada del último mortal divino, existe todavía en la cuarta dimensión como insólita morada de los Hijos del Crepúsculo, Padres Preceptores de la humanidad.

Tierra del amanecer, mansión imperecedera, celeste paraíso de clima primaveral, allende los mares ignotos del Polo Norte.

Magnífico luce en el Septentrión aquél Edén de la cuarta coordenada, continente firme en medio del gran océano.

“Ni por tierra ni por mar se logra llegar a la Tierra Sagrada”, se repite vehementemente en la tradición helénica.

“Sólo el vuelo del espíritu puede conducir a ella”, dicen con gran solemnidad los viejos sabios del mundo oriental.
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SEGUNDA RAZA-RAIZ O HIPERBOREA.

Esta raza apareció en el escenario terrestre como resultado de las incesantes transformaciones que a través del tiempo experimentó la 1ª Gran Raza Raíz. Habitó las regiones boreales que como herradura continental, circundan el Casquete Polar Norte, ocupando el actual norte de Asia, Groenlandia, Suecia, Noruega, etc., extendiéndose hasta las Islas Británicas.

Esta fue una época de variadísimas mutaciones en la Naturaleza. Gran diversidad de especies se gestaron en el tubo de ensayo de la Naturaleza, cuyos 3 reinos todavía no estaban del todo diferenciados. El clima era tropical y la tierra cubierta de gran vegetación.

El ser humano continuaba siendo andrógino, reproduciéndose por brotación, sistema que continúa activo en los vegetales.

Es imposible hallar restos de las primeras Razas primigenias porque la Tierra estaba constituida de protomateria, semietérica, semifísica. Sólo en las Memorias de la Naturaleza, pueden los grandes clarividentes estudiar la historia de estas Razas.


TERCER RAZA-RAIZ O LEMURICA.

De esa segunda clase de andróginos divinos procedió a su vez la tercera Raza-raíz, los Duplos, gigantes hermafroditas, colosales, imponentes. La civilización lemúrica floreció maravillosa en el continente Mu, o Lemuria, volcánica tierra en el océano Pacífico.

El planeta llegó al actual grado de materialidad, propio de esta Ronda físico-química. Como todas las formas entonces existentes en la Tierra, el hombre era de estatura gigantesca.

La reproducción era por generación ovípara, produciendo seres hermafroditas; y, más tarde, con predominio de un solo sexo, hasta que por fin nacieron del huevo varones y hembras. En la quinta subraza empieza el huevo a quedar retenido en el seno materno, y nace la criatura débil y desvalida. Por último, en la sexta y séptima subrazas ya es general la generación por ayuntamiento de sexos.

La reproducción sexual se hacía entonces bajo la dirección de los Kumarats, seres divinales que regían los templos.

Pero en la segunda mitad del período lemúrico, comenzaron a fornicar, es decir a desperdiciar el esperma sagrado, aunque tan solo lo hacían para continuación de la especie. Entonces los Dioses castigan a la humanidad pecadora (Adán-Eva) arrojándoles fuera del Edén paradisíaco, la Tierra Prometida, donde los ríos de agua pura de vida, manan leche y miel.

El ser humano se expresaba en el Lenguaje Universal, teniendo poder su verbo sobre el fuego, el aire, el agua y la tierra. Podía percibir el aura de los mundos en el espacio infinito y disponía de maravillosas facultades espirituales que fue perdiendo como consecuencia del Pecado Original.

Fue esta una época de inestabilidad en la corteza terrestre, debido a la constante formación de volcanes y nuevas tierras. Al fin, a través de 10.000 años de gigantescos terremotos y maremotos, el gigantesco continente Mu, se fue desmembrando y hundiendo entre las olas del océano Pacífico. Encontramos sus vestigios en la Isla de Pascua, Australia, la Oceanía, etc.

“Mucho se ha discutido sobre el Paraíso Terrenal”.

“Realmente ese paraíso existió y fue el continente de la Lemuria, situado en el Océano Pacífico. Esa fue la primera tierra seca que hubo en el mundo. La temperatura era extremadamente cálida”.

“El intensísimo calor y el vapor de las aguas nublaban la atmósfera y los hombres respiraban por agallas como los peces”.

“Los Hombres de la época Polar y de la época Hiperbórea y principios de la época Lemúrica eran hermafroditas, y se reproducían como se reproducen los microbios hermafroditas. En los primeros tiempos de la Lemuria, la especie humana casi no se distinguía de las especies animales; pero a través de 150.000 años de evolución llegaron los lemures a un grado de civilización tan grandiosa, que nosotros los arios estamos todavía muy lejos de alcanzar.

Esa era la edad de oro, esa era la edad de los titanes. Esos fueron los tiempos deliciosos de la Arcadia. Los tiempos en que no existía lo mío ni lo tuyo, porque todo era de todos. Esos fueron los tiempos en que los ríos manaban leche y miel.

La imaginación de los hombres era un espejo inefable donde se reflejaba solemnemente el panorama de los cielos estrellados de Urania. El hombre sabía que su vida era la vida de los dioses, y el que sabía tañer la lira, estremecía los ámbitos divinos con sus deliciosas melodías. El artista que manejaba el cincel se inspiraba en la sabiduría eternal y daba a sus delicadas esculturas la terrible majestad de Dios. ¡Oh! La Epoca de los Titanes, la época en que los ríos manaban leche y miel.

Los lemures fueron de alta estatura y tenían amplia frente; usaban simbólicas túnicas: blancas por delante, negras por detrás; tuvieron naves voladores y buques propulsados por la energía atómica; se alumbraban con energía nuclear, y llegaron a un altísimo grado de cultura. (En nuestro libro “El Matrimonio Perfecto”, hablamos ampliamente sobre el particular).

Esos eran los tiempos de la Arcadia: el hombre sabía escuchar entre las siete vocales de la Naturaleza la voz de los Dioses, y esas siete vocales: I, E, O, U, A, M, S., resonaban en el cuerpo de los lemures con toda la música inefable de los acompasados ritmos del Fuego”.

“El cuerpo de los lemures, era un arpa milagrosa donde sonaban las 7 vocales de la Naturaleza, con esa tremenda euforia del Cosmos. Cuando llegaba la noche, todos los seres humanos se adormecían como inocentes criaturas entre la cuna de la Madre Naturaleza, arrullados por el canto dulcísimo y conmovedor de los Dioses; y cuando rayaba el alba, el Sol traía diáfanos contentos y no tenebrosas penas”.

“Los matrimonios de la Arcadia eran matrimonios gnósticos. El hombre sólo efectuaba el connubio sexual bajo órdenes de los Elohim, y como un sacrificio en el altar del matrimonio, para brindar cuerpos a las almas que necesitaban reencarnarse. Se desconocía por completo la fornicación, y no existía el dolor en el parto.

A través de muchos miles de años de constantes terremotos y erupciones volcánicas, la Lemuria se fue hundiendo entre las embravecidas olas del Pacífico, a tiempo que surgía del fondo del océano el continente Atlante”.


CUARTA RAZA-RAIZ O ATLANTE

Después que la humanidad hermafrodita se dividió en sexos opuestos, transformados por la Naturaleza en máquinas portadoras de criaturas, surgió la cuarta Raza-raíz sobre el geológico escenario atlante ubicado en el océano que lleva su nombre.

Fue engendrada por la tercera raza hace unos 8 millones de años atrás, a cuyo fin el Manú de la cuarta Raza eligió de entre la anterior los tipos más adecuados, a quienes condujo a la imperecedera Tierra Sagrada para librarlos del cataclismo lemuriano.

La Atlántida ocupaba casi toda el área actualmente cubierta por la parte septentrional del océano Atlántico, llegando por el NorEste hasta Escocia, por el NOrOeste hasta el Labrador, y cubriendo por el Sur la mayor parte del Brasil.

Los atlantes -de estatura superior a la actual- poseyeron una alta tecnología, la que combinaron con la magia, pero al final degeneraron y fueron destruidos.

H.P., Blavatsky, refiriéndose a la Atlántida, dice textualmente en sus estancias antropológicas:

“Construyeron templos para el cuerpo humano, rindieron culto a varones y hembras. Entonces cesó de funcionar su tercer ojo (el ojo de la intuición y de la doble vista). Construyeron enormes ciudades, labrando sus propias imágenes según su tamaño y semejanza y las adoraron…”

“Fuegos internos habían ya destruido la tierra de sus padres (la Lemuria) y el agua amenazaba a la cuarta Raza (la Atlántida)”.

Sucesivos cataclismos acabaron con la Atlántida, cuyo final ha sido recogido en todas las tradiciones antiguas como el Diluvio Universal. La época de sumersión de la Atlántida fue realmente una era de cambios geológicos.

Emergieron del seno profundo de los mares otras tierras firmes que formaron nuevas islas y nuevos continentes.


QUINTA RAZA-RAIZ O ARIA

Hace ya un millón de años que el Manú Vaivasvata (Noé bíblico) seleccionó de entre la subraza protosemítica de la Raza Atlante, las simientes de la quinta Raza-Madre, y las condujo a la imperecedera Tierra Sagrada. Edad tras edad fue modelando el núcleo de la humanidad futura. Aquellos que lograron cristalizar las virtudes del alma, acompañaron al Manú en su éxodo al Asia Central, donde moró por largo tiempo fijando allí la residencia de la Raza, cuyos brotes habían de ramificarse en diversas direcciones.

He aquí las 7 subrazas o brotes del tronco ario-atlante:

La primera subraza se desenvolvió en la Meseta Central del Asia, más concretamente en la región del Tíbet, y tuvo una poderosa civilización esotérica.

La segunda subraza floreció en el Sur de Asia en la época pre-Védica, y entonces se conoció la sabiduría de los Rishis, del Indostán, los esplendores del antiguo imperio Chino, etc.

La tercera subraza se desenvolvió maravillosamente en el Egipto (de directa ascendencia atlante), Persia, Caldea, etc.

La cuarta subraza resplandeció con las civilizaciones de Grecia y Roma.

La quinta fue perfectamente manifiesta con Alemania, Inglaterra y otros países.

La sexta resultó de la mezcla de los españoles con las razas autóctonas de Indoamérica.

La séptima está perfectamente manifiesta en el resultado de todas esas mezclas de diversas razas, tal como hoy lo podemos evidenciar en el territorio de los Estados Unidos.

Nuestra actual Raza terminará con un gran cataclismo. La sexta Raza (Raza Koradhi) vivirá en una Tierra transformada (la Quinta Ronda o Etérica); y la séptima será la última. Después de estas 7 Razas, la Tierra se convertirá en una nueva luna.


RONDAS FUTURAS:

La futura Quinta Ronda se desarrollará en el mundo etérico, la Sexta en el mundo astral y la Séptima en el mental.

Después vendrá la Gran Noche Cósmica.

EL ORIGEN DEL HOMBRE - SAMAEL AUN WEOR (1970)




Audio de este texto, aquí.
Este artículo se complementa con: LAS SIETE RONDAS DE LA CREACION Y LAS SIETE RAZAS por SAMAEL AUN WEOR (1968)

Esta noche, amigos, vamos a comenzar nuestra plática, en relación precisamente con el enigma del hombre, que es necesario conocer con el propósito de formarnos una idea clara sobre sí mismos.

Ante todo conviene que tratemos de conocer el origen del hombre: de dónde vino y cuál fue, pues, el motivo fundamental de su existencia. Mucho es lo que se ha dicho sobre el hombre, y es necesario entrar en un terreno más profundo.

Actualmente vive, sobre la faz de la Tierra, una población de cerca de unos cuatro mil quinientos millones de personas; lo que puebla la faz de la Tierra, obviamente es la Raza Aria. Los continentes actuales están densamente poblados: Europa, América, Asia, Africa, Oceanía, son cinco continentes donde se desenvuelve una humanidad.

Si preguntamos nosotros de donde ha salido esta humanidad, cuál es su origen, ¿piensan acaso, ustedes, que esta humanidad, que puebla los cinco continentes, tuvo su origen en los mismos? Se encontraron restos humanos en las grutas de Grimaldi, y se ha tratado de reconstruir la historia o la prehistoria, sobre las razas de Grimaldi y de Cro-magnon.



Se han encontrado osamentas de gigantes (en el Brasil se encontró una figura, o un esqueleto humano, pues, de seis a siete metros de estatura); en distintas partes se han encontrado esqueletos de gigantes. También se han encontrado esqueletos, sobre todo en las cavernas de Cro-magnon, de seres humanos que parecen simplemente gorilas, orangutanes, o algo por el estilo. De todo esto se ha deducido, equivocadamente, que la raza humana posiblemente venga de los simios, o de los "changos".

La teoría de Darwin tuvo mucha resonancia en su época y se pensó que el hombre venía del mono. Este asunto inquieta mucho a la humanidad; de tiempo en tiempo, se trata de saber si el hombre vino del mono, o si el mono vino del hombre. ¿Quién vino de quién? Por épocas, se apaga esta inquietud, por épocas resurge nuevamente la misma inquietud.

Por ahí un pseudocientífico, una especie de "nene consentido de mamá", tuvo la idea de que la raza humana venía de los salvajes (decía él); y claro, esto le gustó mucho a mamá, pero al fin y al cabo no resolvió nada. ¿Quién vino de quién? No pienso que toda esta población, de los cuatro mil quinientos millones que puebla el mundo actualmente, haya venido de estos cinco continentes. No lo pienso, porque resulta que el mundo ha cambiado de fisonomía varias veces. Antes de tener esta fisonomía que ustedes ven en el mapa, o en cualquier otro hemisferio, tuvo una fisonomía distinta.

EL ORIGEN DEL HOMBRE - SAMAEL AUN WEOR (1970) 


Hay mapas más antiguos; existen mapas diferentes que se han encontrado en otros rincones del mundo, donde la fisonomía de la Tierra aparece distinta. Así que, no ha tenido siempre los mismos continentes, no ha tenido siempre la misma fisonomía. En otro tiempo, tuvo una fisonomía distinta: lo que hoy son Polos, era Ecuador, y lo que hoy es Ecuador, fue Polos. Entonces los actuales continentes no existían, o existía parte de ellos (que surgía del fondo de los mares), y había un continente densamente poblado, que estaba ubicado en el Océano Atlántico.

Así que, la fisonomía del mundo era distinta. Entonces no creo, en modo alguno, que el origen de la raza humana esté en los actuales continentes.

Cuando la raza humana se desenvolvió en la antigua Atlántida, fue muy diferente. Los simios o especies de hombres simios encontrados en las grutas de Cro-magnon y de Grimaldi (y otras cavernas), pertenecen más bien a los descendientes involucionados, a degeneraciones de la raza de los atlantes.

Yo digo que así como existe evolución en las plantas (y la involución también), que así como existe evolución en los animales (e involución también), o en los humanos, etc., también tiene que existir la evolución y la involución en las civilizaciones. Por ejemplo, cuando uno platica con ciertas tribus del mundo, situadas ya en el Occidente o en el Oriente, se da cuenta de que tienen tras de sí enormes civilizaciones, que tienen o que conservan, en su memoria, leyendas que corresponden a sus antepasados (antepasados ya desaparecidos, de antiquísimas civilizaciones), y hablan de tales antepasados con mucho éxtasis. Los mismos caníbales, que parecen tan primitivos, tras de sí tienen tradiciones enormes: conservan tradiciones de épocas inmemoriales, de enormes ciudades, etc., etc., etc. Entonces, no son "primitivos", son sencillamente degenerados, involutivos. (ciertas tribus muy crueles y sanguinarias, salvajes, son involuciones, o descendientes de antiguas civilizaciones). Es difícil encontrar, hoy en día, gentes verdaderamente primitivas, y es que las razas humanas evolucionan e involucionan.

Antes de que existieran estos cinco continentes, repito, existía la Atlántida. Hoy por hoy, estamos muy enamorados de la civilización moderna: nos maravillan sus cohetes atómicos que viajan rumbo a la Luna, o a la esfera de Júpiter, o al mundo Venus; nos sorprenden los experimentos atómicos, las investigaciones fisiológicas, el estudio sobre las células vivas, etc. Estamos tan fascinados nosotros con esos experimentos, que firmemente hemos llegado a la conclusión de que es la civilización más poderosa que ha existido en el mundo. Hemos caído en una especie de sistema geocéntrico (digo así porque en otros tiempos, ustedes saben muy bien que se creía que todos los astros giraban alrededor de la Tierra, en la Edad Media, pues nosotros hemos caído en una especie así como de geocentrismo, cuando pensamos que toda la historia del mundo tiene que girar alrededor de nuestra tan cacareada civilización). Pienso que se necesita una especie de geocentrismo moderno, un nuevo Isaac Newton que sea capaz de demostrarnos que nuestra tan cacareada civilización no es más que una de las tantas y tantas civilizaciones que han existido en el planeta Tierra. Un día llegará, en que se podrá demostrar esto concretamente.

Hay sistemas, hay métodos, por medio de los cuales uno puede evidenciar el hecho de que tras la civilización nuestra, que parece tan "relumbrona", existió otra civilización más poderosa que la nuestra.

Bueno, quiero referirme ahora, en forma enfática, a los Anales Akáshicos de la Naturaleza, a la Memoria de la Naturaleza (y es que la naturaleza tiene memoria).

Los experimentos con el Carbono 14, por ejemplo, nos han demostrado que la Luna es más antigua que la Tierra, y también nosotros podemos demostrar que hay sistemas mediante los cuales es posible leer las Memorias de la Naturaleza. Los Registros Akáshicos son una realidad. (un día caerán en manos de los científicos; no lo niego).

Nosotros, los gnósticos, tenemos procedimientos mediante los cuales podemos estudiar los Registros Akáshicos de la Naturaleza; quien quiera estudiar esos Registros Akáshicos, tendrá que desarrollar en forma extraordinaria el Loto de los mil pétalos, que está relacionado con la glándula pineal (el Chacra Sahasrara) y los poderes latentes que se hallan en la glándula pituitaria (el Loto de los doce pétalos y de las noventa y seis radiaciones). Este par de glandulitas son extraordinarias. Desarrolladas, nos dan acceso al ultra, a las extrapercepciones, y también a los Registros Akáshicos de la Naturaleza.

Cuando uno estudia los Registros Akáshicos de la Naturaleza, ve en ellos una especie de "películas vivientes", o a modo de "películas vivientes", toda la historia de la Tierra y de sus razas. Los sabios que han podido estudiar los Registros Akáshicos, saben que la Atlántida fue una realidad, que fue un enorme continente que se extendía del Sur hacia el Norte. Este gigantesco continente sirvió de escenario para la raza que nos precedió en el curso de la Historia. Me refiero a la gran raza de los Atlantes, una raza de gigantes (por eso es que la leyenda de los siglos nos habla de Briareo, "el de los cien brazos"). Una raza de verdaderos cíclopes. Tal raza llegó a tener una civilización poderosa, millones de veces más poderosa que la nuestra.

En materia de trasplantes, trasplantaban vísceras de toda especie: hígados, riñones, corazón, y lograban hasta el trasplante de cerebros; (eso fue formidable). En el campo de la Física Nuclear, consiguieron el alumbrado atómico en forma masiva: todas las ciudades usaban el alumbrado atómico, los campos estaban iluminados por energía nuclear, sus casas por energía atómica. Dentro del terreno de la mecánica, puedo asegurarles que sus automóviles no sólo eran anfibios, sino que también podían volar por los aires, y eran propulsados por energía nuclear; (extraían la energía no solamente del Uranio y del Radio, sino de muchos otros metales, y de muchos granos vegetales también, y les salía muy barata). En materia de navegación aérea, tuvieron naves más poderosas que las actuales, verdaderos barcos voladores, o buques volantes, propulsados por energía nuclear. Viajes a la Luna, los hicieron mejores que los que están  haciendo ahora "tirios" y "troyanos". Tuvieron cohetes atómicos sorprendentes, con los que viajaban a la Luna, y no solamente descendían en la Luna aquellos astronautas: descendían también en cualquier planeta del sistema solar. De manera que nosotros no les damos ni a los talones; con nuestra tan cacareada civilización y esta pseudosapiencia moderna, no les damos ni a los talones, no servimos ni para limpiarle el polvo de los zapatos a los atlantes.

En cuestiones de Anatomía y de Biología, hicieron progresos que ni remotamente sospechamos. Katie King (Ketabel), "la de los tristes destinos", una reina atlante, logró conservarse viva ( y con toda su juventud, durante miles de años. Desgraciadamente (y he ahí cómo se inició la decadencia de la civilización atlante); ella estableció una antropofagía, digna de lamentarse. Así comenzó la degeneración o involución de los atlantes. Se sacrificaban entonces, doncellas, jóvenes, etc., a los Dioses, con tales o cuales propósitos. Luego los cadáveres, cualquier cadáver sacrificado (joven), era llevado al laboratorio y allí se le extraían determinadas glándulas que necesitaba la famosa Ketabel "la de los tristes destinos", y esas glándulas servían para reemplazar glándulas gastadas de Ketabel. Pero no solamente se extraían, de los cadáveres, simplemente las glándulas físicas; no.

Hoy los famosos científicos modernos están tan degenerados, que ya no saben manejar los principios de la vida. Los sabios atlantes sí sabían manejar los principios vitales, contenidos en tales glándulas endocrinas (no ignoraban los sabios atlantes que las vibraciones del éter, o mejor dijéramos los Tattvas, entran en las glándulas endocrinas, o pequeños micro laboratorios que producen hormonas, y jamás salen de allí); sabían manejar esos Tattvas, o vibraciones del Eter Universal: cuando hacían un trasplante de glándulas a Ketabel, lo hacían conjuntamente con el manejo de los Tattvas, pues manipulaban las vibraciones del Eter o principios de la vida. De manera que los científicos eran inmensamente superiores a los endocrinólogos modernos, que nada saben de estas cosas, que ignoran hasta la existencia de los Tattvas, pues nunca se han tomado la molestia de estudiar a Ramá Fasá, o al Dr., Krumm Heller.

Fueron enormemente aventajados los atlantes. Existía una Universidad Atlante maravillosa. Quiero referirme, en forma enfática, a la Sociedad Akaldana, una verdadera Universidad de sabios. Estos estudiaron la Ley del Eterno Heptaparaparshinok (la Ley del Siete) a la maravilla; aprendieron a concentrar los rayos solares para hacerlos penetrar en determinadas cámaras; sabían transformar los siete colores del prisma  solar, es decir, sacar "la positiva" o "diapositiva" de los rayos del prisma solar.

Una cosa es ver los siete colores prismáticos, y otra cosa es transformarlos, en forma positiva, sacarles "la positiva". Los científicos modernos han estudiado los siete colores fundamentales del espectro solar, pero no le han sacado la diapositiva a esos siete colores. Los sabios atlantes sabían sacarle la positiva real a los siete colores del prisma solar, y con esa "positiva" de los siete colores, realizaban verdaderos prodigios.

Recuerdo, al efecto, el caso de dos sabios chinos que hicieron experimentos (también al estilo atlante), con los siete colores del espectro solar. Sacando "la positiva", por ejemplo, de los siete colores, pusieron un opio ante un rayo coloreado, y entonces vieron cómo el opio se transformaba en otras sustancias. Pusieron un pedazo de bambú, humedecido en determinada sustancia de un color azul, por ejemplo (positivo y negativo del espectro solar), y se vio cómo el bambú se teñía firmemente con el color azul. Se hizo pasar, por ejemplo, el sonido (tales notas: la nota Do, o Re, o Mi), en combinación con determinado color, y se vio cómo la nota alteraba el color, le daba otro color completamente diferente. Se usaron los siete rayos, en su forma positiva, para realizar prodigios en el Continente Atlante; se estudió a fondo la Ley del Eterno Heptaparaparshinok.

Un sabio, que usaba leche de cabra, al mezclarla con resina de pino sobre una placa de mármol, vio cómo al descomponerse aquella leche con la resina, formaba siete capas distintas, e indujo (en la Atlántida), a estudiar la Ley del Eterno Heptaparaparshinok, la Ley del Siete.

Los atlantes, pues, consiguieron hacer verdaderas maravillas en el terreno de la ciencia; eran científicos y eran magos a la vez: creaban un robot y a ese robot lo dotaban de un principio inteligente, de un "Elemental" vegetal o animal que hacía las veces de Alma o Espíritu del robot. De manera que aquellos robots se convirtieron en verdaderas criaturas vivientes que servían a sus amos, a sus señores.

Esa raza atlante existió antes de que existiera la actual raza humana. Tuvieron enormes ciudades, pero desgraciadamente, degeneraron como ya dije: crearon la bomba atómica y aún armas más mortíferas, y en la guerra se devastaron ciudades enteras, múltiples ciudades se convirtieron en holocaustos, pero en holocaustos atómicos.

Si creemos ser nosotros los sabios más grandes del universo, pues estamos equivocados, porque tras de nosotros existió una raza más poderosa, más civilizada, más culta. En verdad que nosotros, junto a ellos, no somos sino bárbaros, incivilizados e incultos. ¡Lástima que la Atlántida se haya degenerado, y es que toda raza nace, crece, se desarrolla y muere!

En la decadencia de la raza atlante, sucedieron cosas horribles: la humanidad degeneró (en los vicios, por cierto), en el homosexualismo, en el lesbianismo, en las drogas, etc., etc., etc. Se abusó de todo, ya en el tiempo de la degeneración, y obviamente tenía que ser destruida esa raza. ¿Que tuvo siete subrazas? Nadie lo puede negar, pero al fin degeneró.

Los sabios de la Sociedad Akaldana hicieron experimentos notables; fueron los primeros que usaron La Esfinge, que colocaron frente a la Universidad. Mucho más tarde, en el tiempo, cuando los sabios de la Sociedad Akaldana comprendieron que una gran catástrofe se acercaba, emigraron a un pequeño continente que se llamaba "Graboncsi". (me refiero al Continente Africano, que en principio era pequeño. Más tarde nuevas tierras, que emergieron del fondo de los mares, hicieron grande al Continente Graboncsi, hoy, Africa). Los miembros de la Sociedad Akaldana se situaron, al principio, hacia el sur del Continente Africano; después emigraron hacia "Cairona", (hoy, El Cairo). En las tierras de Nívea, del Nilo, o de Egipto, allí establecieron su famosa Universidad y La Esfinge (frente a la misma).

Las garras del león de La Esfinge representan el fuego; la cabeza de La Esfinge representa el agua; las patas de toro de La Esfinge representan al elemento tierra; las alas de La Esfinge, representan al elemento aire. Cuatro son las virtudes que se necesitan para poder llegar, uno, llegar a la autorrealización íntima del Ser: Hay que tener el Valor del León, la Inteligencia del Hombre, las Alas del Espíritu y la Tenacidad del Toro. Sólo así es posible llegar a la autorrealización íntima del Ser.

La Sociedad Akaldana en Cairona, hoy El Cairo, estableció un Templo de Astrología. Entonces se estudiaban los astros, no con telescopios, como se hace hoy en día, sino con el sexto sentido. Cuando se examinan las pirámides (sobre todo la Gran Pirámide), se ven, a modo de "tubos", ciertos canales que van desde el fondo, desde la profundidad de una cripta subterránea hacia arriba, hacia la parte superior de la pirámide. Mucho se ha pensado o conjeturado sobre esos canales, pero esos eran telescopios, y el Observatorio no estaba arriba, sino abajo, en el fondo mismo de la cripta.

Allí se ponía un recipiente con agua; en determinada fecha se sabía que tal astro sería visible, y ciertamente se reflejaba en el agua. Los adeptos de la Astrología observaban (en el agua) el astro en cuestión, no solamente con las facultades físicas, sino también con las psíquicas. En vez de mirar hacia arriba, miraban hacia abajo, hacia el agua, y allí en el agua, con el sexto sentido, estudiaban los astros.

Los hermanos de la Sociedad Akaldana, los grandes sabios, eran Astrólogos muy idóneos: nacía un niño, y de inmediato le levantaban su horóscopo. No horóscopos al estilo moderno, no horóscopos meramente convencionales y muy cotizados; no, aquello era distinto: los sabios Astrólogos miraban los astros directamente. Con procedimientos que hoy se ignoran, podían leer el horóscopo de los niños y en éste, por cierto, jamás fallaban en sus profecías y en sus cálculos. A los niños se les casaba desde recién nacidos; ya se sabía cuál iba a ser su esposa y se les desposaba. No quiero decir que por tal motivo fueran a vivir juntos desde un principio, pues eso sería absurdo, pero ya se sabía, para la niña recién nacida, cuál iba a ser su marido, y el varón, a su tiempo y a su hora, era informado de quién iba a ser su mujer. Cumplida la mayoría de edad, se les unía en matrimonio.

Los ciudadanos se orientaban con precisión matemática, y bajo la dirección de aquellos Astrólogos, en su oficio, o en su profesión. Sabían ellos para qué había nacido cada ciudadano, para qué sirve cada hombre, pues todo hombre sirve para algo. Lo importante es saber para qué sirve, y esos sabios Astrólogos sabían para qué servía cada criatura que nacía. ¡Nunca fallaban esos sabios de la Sociedad Akaldana!

Ellos salieron de la Atlántida, antes de que los terremotos y maremotos hicieran estremecer aquel continente (salieron a tiempo, pues sabían demasiado que el fin se acercaba). Claro, cuando vino la revolución de los ejes de la Tierra, cuando los Polos se convirtieron en Ecuador y el Ecuador en Polos, cuando faltaba poco para que aquél continente se estremeciera para hundirse en el fondo del tenebroso océano, los atlantes, incuestionablemente, ya habían sido advertidos. Fue entonces cuando las multitudes, espléndidamente vestidas, se reunieron en los templos (uno de ellos fue el Templo de Ra Mú). Enjoyadas las mujeres, y los hombres espléndidamente vestidos, clamaban diciendo: "¡Ra Mú, sálvanos!". Al fin apareció Ra Mú en el altar. Esas multitudes lloraban, pidiéndole:

"¡Sálvanos!" Ra Mú les contestó: "¡Vosotros pereceréis, con vuestras mujeres y vuestros hijos, con vuestros bienes y con vuestros esclavos; ya os lo había advertido, Y así cómo ustedes morirán, así también vendrá una nueva civilización que se levantará en tierras nuevas (refiriéndose a nuestra Raza Aria), y si ellos proceden como ustedes han procedido, perecerán también. Es necesario saber que es más indispensable dar que recibir, saber dar que recibir".

Total, de nada sirvieron las palabras de Ra Mú. Cuentan que el humo y las llamas ahogaron sus últimas palabras: se hundió la Atlántida con todos sus millones de habitantes. Hoy yacen palacios enteros, allá en el fondo del océano, y sirven de habitáculo a las focas y a los peces; ciudades enteras se hallan sumergidas en el fondo del Océano Atlántico. Pereció ese gigantesco continente, más grande que toda América junta, desde el Canadá hasta Argentina y Chile. ¡Enorme continente, con una poderosa civilización!
Así que nosotros, señores, no tenemos nada muy especial. La civilización actual no es la primera, tampoco será la última; no es la más elevada, ni será la más grandiosa; hasta ahora ha sido la más pobre, la más degenerada. ¿Podemos nosotros, actualmente, conquistar el espacio? ¿Ya somos capaces de viajar en cohetes atómicos a Marte, a Mercurio, o a Venus? ¿Qué está en proyecto? Sí, pueden haber lindos proyectos, pero actualmente, ¿ya lo hacemos? En materia de trasplantes, ¿ya se trasplantan cerebros? ¿Ya somos capaces de crear robots dotados de principios inteligentes?

¡Nada de eso; nosotros no tenemos por qué tener la presunción de ser los más poderosos, y ésta, nuestra tan cacareada civilización moderna, perecerá; de esta perversa civilización de víboras, no quedará piedra sobre piedra! Babilonia la grande, la madre de todas las fornicaciones y abominaciones de la Tierra, será destruida antes de muy poco tiempo. ¡Nos sentimos muy grandes con nuestros aviones supersónicos, creemos que somos los amos de la creación, pero antes de poco no quedará nada, absolutamente nada, de esta perversa civilización de víboras!

Así que, antes de que existiera esta raza que puebla los cinco continentes, existió la Raza Atlante. Descendientes de Atlántida, están los mayas, por ejemplo. Los mayas emigraron, ya hacia el Tíbet, ya hacia Egipto, ya hacia Centro América. ¡Parece increíble, pero en el Tíbet todavía se habla Maya, y el lenguaje Maya es un lenguaje sagrado-ritual del Tíbet.

Recordemos que el Naga y el Maya son muy similares.

Jesús de Nazaret aprendió Maya en el Tíbet. Aquella frase de Jesús: "Heli, heli, lamah zabactani". ("Señor, Señor -dicen algunos- como me habéis glorificado"; otros dicen: "Señor, Señor, ¿por qué me habéis abandonado?"), bueno, tal frase no es hebrea. Por eso, cuando los judíos escucharon que El Cristo decía "Heli, heli, lamah zabactani", se dijeron a sí mismos: "Este llama a Elías, para que venga a salvarle". Sin embargo, cualquier indiecito de Yucatán o de Guatemala, le traduce a usted la frase "Heli, heli, lamah zabactani", porque resulta que es maya, no es hebrea. Por eso no la entendieron los judíos, y significa (de acuerdo con los mayas y la traducción que ellos le dan,) "Me oculto en la prealba de tu presencia". (es una frase ritual Maya).

Los turanios también fueron sobrevivientes de Atlántida, desdichadamente dedicados a la Magia Negra. Ellos lograron, también, llegar hasta el Tíbet (para colmo de los colmos), como llegaron otros descendientes, como los escogidos arios, y emigraron hacia la Persia antigua. La Gran Ley al fin pudo vencerlos y fueron destruidos.

Los Piel Roja son descendientes de la Atlántida; nuestros antepasados, los antiguos Náhuatl: Zapotecas, Toltecas, etc., vinieron originalmente de la Atlántida; casi todas las tribus de América, descienden de Atlántida.

Así que, a medida que uno avanza en estos estudios, se da cuenta de que la raza actual no tuvo su origen (como muchos suponen), en los mismos continentes que habitamos; se da cuenta que viene de otra raza, que viene de la Atlántida. No viene de los simios (de los orangutanes, de los "changos"), como supone, neciamente, Mr., Darwin y sus secuaces; desciende, repito, del tronco atlante, y eso está demostrado.

Pero los atlantes, con toda su poderosa civilización, a su vez no descienden del Continente Atlante. La Atlántida, con toda su poderosa civilización, fue grandiosa, pero los atlantes no descienden de Atlántida: descienden de Lemuria.

La Lemuria fue un continente aún más antiguo que el Continente Atlante. Los lemures habitaron en un continente que existió en el Océano Pacífico. Tratase de un gigantesco continente que se extendía en aquel mar enfurecido: un enorme continente que cubría casi toda el área del Pacífico, más grande que la Atlántida, más grande que la Europa, más grande que el Asia. La civilización lemur, obviamente, fue poderosa; los lemures eran una raza de gigantes, de cíclopes (normalmente podían tener estaturas de cuatro y seis metros). Eran gigantes, era la raza de los gigantes. La Lemuria tuvo también una poderosa civilización, enormemente formidable. En la Lemuria se levantaron enormes ciudades, ciclópeas, rodeadas de murallas de piedra y lava de volcanes. Muchas gentes habitaron también en los campos, como ahora. Al principio, en la época prelemúrica, podemos decirles a ustedes que existió una raza de hermafroditas, de hermafroditas lemures. La división en sexos opuestos, fue en la época postlemúrica. Así, podemos dividir la Lemuria, o a la raza lemúrica en dos tiempos: primer tiempo, existencia de los hermafroditas; segundo tiempo, división de la raza en dos sexos.

Miremos la raza humana: en principio, no existían los sexos separados, la raza era hermafrodita. Entonces cada individuo sagrado, lemur, tenía los órganos sexuales (masculino y femenino), totalmente desarrollados y se reproducían mediante el sistema de "gemación": aquel hermafrodita eliminaba (de sus ovarios, naturalmente) mediante el "menstruo", en determinado tiempo, un óvulo o huevo perfectamente desarrollado, del tamaño que puede ser como el de un ave, con una envoltura calcárea completa. Ese huevo, colocado en un ambiente especial, dentro de su interior, gestaba una nueva criatura. Y al fin, cuando esa criatura salía de su cascarón, se alimentaba de los pechos del Padre Madre (normalmente). Así se reproducían los lemures. El acto sexual no existía, porque cada individuo era completo, por sí mismo. Su reproducción era mediante el sistema de "gemación".

Más sucedió que, cuando llegó la época postlemúrica, se vio claramente que algunos niños nacían con un órgano sexual más acentuado que otro (algunos nacían con el órgano masculino más desarrollado que el femenino, o viceversa), y tal proceso se fue haciendo cada vez más notorio, hasta que al fin sucedió que nacieron niños unisexuados (varones o hembras). Pero éste proceso, de división en sexos opuestos, se realizó a través de varios millones de años, no fue de la noche a la mañana. Por eso se dice que "Eva fue sacada de la costilla de Adán". (es un símbolo para alegorizar la división en sexos opuestos). Cuando ya vino la división total en sexos opuestos, entonces se necesitó la cooperación para crear. El "menstruo" siguió existiendo en el elemento femenino, pero ya ese óvulo nacía infecundo, o venía infecundo. Se necesitaba la cooperación con el sexo masculino, para que el óvulo fuera fecundado y así poder reproducir la especie.

Los Elohim creadores, los Kumarats, reunían a las gentes para la reproducción, en determinadas épocas del año. Era de admirar cómo esas razas, esas tribus, viajaban de uno a otro lugar para ir, o asistir, en determinadas fechas, a los templos donde habían de reproducirse.

El acto sexual jamás se realizaba fuera del templo; ese sacramento sólo se realizaba en el templo, era un sacramento del templo, y las parejas, hombre y mujer, en los patios empedrados de los templos, se unían sexualmente para crear, bajo la dirección de los Kumarats.

La humanidad gozaba de las facultades espirituales: podía percibir, perfectamente, todas las maravillas de la naturaleza y del Cosmos. Su capacidad de visión le permitía ver la mitad de un Holtapannas, es decir, la mitad de la totalidad de las tonalidades del color universal. (bien sabemos nosotros que un Holtapannas consta de cinco millones y medio de tonalidades del color). El oído era penetrante, cómo para poder captar las sinfonías del universo; el olfato era tan agudo, que podía perfectamente sobrepasar al de los perros hoy en día. Era una humanidad que podía usar, en su alfabeto, cincuenta y un vocales y trescientas consonantes articulables. No había degenerado, pues, el poder del verbo, de la palabra; se hablaba en el lenguaje universal, que tenía poderes sobre el fuego, sobre el aire, sobre las aguas y sobre la tierra. Era una humanidad superior, millones de veces superior a la nuestra: construyó poderosas civilizaciones y también supo utilizar la energía del átomo y de los rayos cósmicos; tuvo naves, con las que viajó a través del espacio infinito, naves maravillosas.

Cualquier ser humano, en la Lemuria, podía vivir de doce a quince siglos, es decir, algo más de mil años. Era una raza fuerte, vigorosa; podía perfectamente, agarrar una piedra y lanzarla con gran fuerza, allá lejos; una piedra que hoy necesitaríamos nosotros, para moverla, una poderosa grúa, y quizás ni con grúa lo haríamos.

Así que, los lemures fueron una raza vigorosa, muy fuerte. Sin embargo, el origen de la raza de los lemures tampoco estuvo en el Pacífico, como se cree. Los antepasados de la Lemuria estuvieron en el Continente Hiperbóreo, que como especie de herradura, cierra alrededor del Polo Norte y del Polo Sur. En el Continente Hiperbóreo existió una raza poderosa de andróginos (no ya de hermafroditas, sino de andróginos). No era una raza que, simplemente, pudiera posarse sobre la corteza terrestre, como los lemures; no, los hiperbóreos fueron diferentes: flotaban en la atmósfera, en la atmósfera de aquellos días. Sin embargo, crearon su civilización; (muchos han pensado que los hiperbóreos jamás conocieron la guerra, pero en realidad de verdad sí hubo una raza de hiperbóreos que supo hacer guerras). Entonces, los reinos mineral, vegetal, animal y humano, se mezclaban mucho.

Existían minerales-vegetales y vegetales-minerales, animalesvegetaloides y vegetaloides-animales. En cuanto a los seres humanos, eran completamente andróginos; podían alargar sus cuerpos a voluntad, hasta tomar enormes estaturas, o disminuirlos hasta el estado de punto matemático.

Los hiperbóreos se reproducían como se reproducen los corales (así se reproducían), es decir, por "brotación". Bien sabemos que hay plantas que pueden reproducirse por simple brotación: que siembra como un retoño, y éste crece y se desarrolla. Así también, en aquellos cuerpos podía nacer algún brote, que luego se desprendía y daba origen a una nueva criatura que se alimentaba del Padre Madre.

Fue una raza muy guerrera, de hombres altos y delgados. Protegidos con grandes escudos y esgrimiendo lanzas, usaban armas desconocidas y peleaban con otras tribus.

Los hiperbóreos vivieron en una época muy distinta de la historia del mundo. Poseían la visión espiritual, totalmente desarrollada, es decir, tenían la glándula pineal sobresaliente, lo que les permitía ver el ultra de todas las cosas. Si pensamos en que una planta es el cuerpo físico de un Elemental, pues entonces cada planta tiene Alma y el Alma de cada planta es un Elemental vegetal. Los hiperbóreos, cuando miraban un bosque, no lo veían como lo vemos nosotros hoy día (como un conjunto de árboles, o algo por el estilo), porque para ellos ese bosque era un bosque de gigantes, con enormes brazos que, como los de "Briareo", (el de los cien brazos), se movían a derecha e izquierda. Aquel bosque no era algo silencioso, sino que se escuchaba por aquí, por allá y acullá, las voces de los colosos o gigantes, es decir, de los Elementales de los árboles gigantescos. Era otro modo de ver las cosas, no como ahora las vemos ahora, con esta vista miserable que poseemos, que solamente ve las cosas físicas, sino que era otra vista: era la vista que nos permitía ver las dimensiones superiores de la naturaleza y del cosmos; era una vista diferente (penetrante, omnisciente); veíamos la Tierra como era y no como aparentemente es, no como la estamos viendo ahora.

Había sabiduría y conocimientos, superiores a los que ahora poseemos. Todo lo que sabemos nosotros ahora, no sirve más que para estructurar un poco el intelecto, y eso es todo. Los hiperbóreos eran más sabios, y estaban gobernados por el Superhombre, por los Superhombres de todos los tiempos y de todas las edades.

Tuvieron reinos y civilizaciones, pero tampoco su origen racial estaba en el Continente Hiperbóreo. Ellos sabían que sus antepasados habían quedado atrás, en el tiempo. Los antepasados de los hiperbóreos fueron los Hombres Protoplasmáticos, los Hombres Polares, los Hombres Glaciares de la primera raza. (ésta vivió en el Casquete Polar del Norte).

Uno no puede menos que reírse del "protoplasma" aquel (el de "la pizca de sal") de Haeckel y sus secuaces, que creen que de allí vino la vida, de acuerdo con el dogma inquebrantable de la evolución, aceptado también por Darwin y sus secuaces. (no, el protoplasma tiene más antigüedad).

Tampoco es el "protoplasma" aquel de otros autores, "flotando en el océano". No, pensemos en el Hombre Protoplasmático, pensemos en la raza protoplasmática, que existió en la "Isla Sagrada", esa isla que fue la primera en existir y que será la última en dejar de existir. Quiero referirme a la Tierra Nórdica, a la "tierra de cristal" (cómo dijeran nuestros antepasados de Anáhuac), a la lejana "Tule", al continente ese que está cubierto ahora por los hielos del Polo Norte. Dicho continente ocupaba, en aquella época, la zona ecuatorial del mundo, puesto que la posición era diferente: el Ecuador actual era Polo y los Polos eran Ecuador.

Era de enormes y profundos bosques, y se creó una gigantesca civilización polar. La Tierra era de un azul magnífico, bellísimo; las montañas eran transparentes como el cristal. La raza humana se reproducía por el sistema ese que conocemos todavía, en nuestro organismo, en la sangre: el de la división celular. Bien sabemos que la célula germinal se divide en dos y comienza el proceso de gestación de los nueve meses. La célula germinal se divide en dos, las dos se dividen en cuatro, las cuatro en ocho, y así comienza el proceso de gestación, mediante la división celular.

Todavía existe ese proceso en nuestra sangre. ¿Por qué existe? Porque existió, y los hombres polares se reproducían con ese proceso: en determinado tiempo, el organismo del Padre Madre se dividía en dos (como se divide la célula viva) y así se reproducían, por el proceso, pues, de división celular. Cuando nacía una criatura, se festejaba aquello como un gran acontecimiento. En los templos, se reunían los hierofantes, para trabajar sobre los elementos de la naturaleza, y los símbolos esotéricos se usaban (en aquella época) en forma diferente, para indicarnos que la vida iba hacia la materialización, hacia lo físico.

Los hombres de la época polar podían alargar sus cuerpos a voluntad o achicarlo, hasta convertirlo como en un punto matemático. Eran andróginos, y tan pronto podían poner a flote el aspecto femenino (para entonces aparecer como hermosas damas), o sumergir, en sí mismos, el aspecto femenino, para hacer aflorar, poner a flote el aspecto masculino. Es decir, eran verdaderos andróginos divinos: en su imaginación se reflejaba en el firmamento estrellado, parlaban el verbo de oro, que "como un río corre bajo la selva espesa del Sol". Entonces Uriel, gran Maestro venido de Venus, les enseñó las Artes y la Ciencia. Uriel dejó un libro escrito con runas, libro que estudiaron, entonces, los hombres de la época polar (o de la Epoca Primaria, si se le quiere llamar así), de la Raza Protoplasmática.

Todo eso está escrito en los Registros Akáshicos de la Naturaleza. Si ustedes desarrollan la epífisis y la hipófisis, con ese par de glandulitas, debidamente concentrados, podrán revisar todos estos escritos, podrán verificar, por sí mismos, lo que actualmente estoy diciendo.

¿De dónde salió la Raza Polar, cuál fue su origen? Ellos sabían, muy bien, que se habían desenvuelto en una época anterior, o que habían vivido, pues, en una dimensión superior (en la cuarta coordenada); ellos sabían que allí habían actuado y habían conocido los misterios del universo. Y los hombres de la cuarta coordenada no ignoraban que habían venido de la quinta, y los hombres de la quinta coordenada no ignoraban que habían venido de la sexta coordenada, y los hombres de la sexta dimensión no dudaron jamás que ellos se habían desarrollado desde el germen original primitivo. De manera que el germen elemental (atómico, primitivo) de la raza humana, existía antes de que existiera el universo, estaba entre el Caos.

Los gérmenes de la raza humana, de los elementos vegetales y de las especies animales, estaban entre el Caos; antes de que existiera el universo, esos gérmenes dormían entre el Caos. Cuando el universo se estremeció con el Verbo, cuando el Verbo creador del primer instante puso en movimiento todos los átomos, esos gérmenes surgieron de entre el Caos: hicieron su primera manifestación en la séptima dimensión, se cristalizaron y desenvolvieron un poco más en la sexta, luego en la quinta, posteriormente en la cuarta, y llegó el día en que aparecieron tales gérmenes (ya con cierto desarrollo), en nuestro planeta Tierra, posados sobre una Tierra protoplasmática, como simple protoplasmas vivientes.

De manera que la raza humana viene del Caos, se desenvolvió en el Caos, se desarrolló en el Caos y existe actualmente. Un día, los organismos humanos regresarán al estado germinal primitivo y volverán al Caos. (del Caos salieron y al Caos volverán).

Un día nuestra Tierra fue un protoplasma; más tarde, nuestra Tierra será un cadáver, una nueva Luna (después de la séptima raza). Entonces la vida se desenvolverá en las esferas superiores y volverá al Caos, porque del Caos salió y al Caos habrá de volver.

Hasta aquí mi plática de esta noche. Los que quieran preguntar algo, pueden hacerlo con la más entera libertad.

P.- Maestro: ¿podría hablarnos algo sobre la Ciencia de los Jinas?
R.- Ya hablamos ampliamente, anoche, sobre la Ciencia Jina. Hoy no me propongo hablar tanto sobre la Ciencia Jina, puesto que hoy estamos hablando, exclusivamente, sobre Antropología Gnóstica. ¿Algún otro tiene algo que preguntar?

P.- En ese "Caos" que usted menciona, ¿desde allí se empezaron a gestar los Yoes?
R.- Los Yoes nada tienen que ver con el Caos; son una creación diabólica de nosotros, de nuestros errores, aquí y ahora. El Caos es el caos y la razón de ser del Caos, es el mismo Caos. El Caos es sagrado; allí están latentes los gérmenes de la vida, allí se desarrollan y desde allí se desenvuelven y descienden, luego, de dimensión en dimensión, hasta aparecer aquí, en forma concreta. ¡Eso es todo! ¿Alguna otra pregunta?

P.- Maestro: quisiera preguntarle si hay alguna documentación escrita sobre la conferencia que acabamos de escuchar de sus labios.
R.- Yo escribí, alguna vez, un "Mensaje de Navidad" (1.968 - 1.969), donde hablo de todo eso. A ver si de pronto, les hago llegar a ustedes ese "Mensaje de Navidad", donde yo escribí sobre todo eso.

Sin embargo, hay otros autores que han dilucidado mucho sobre cuestiones de Antropogénesis. Muy especialmente, puedo recomendarles el segundo volumen de "La Doctrina Secreta", titulado "Antropogénesis", cuya autora es la Maestra Helena Petronila Blavatsky. También Rudolf Steiner, por ejemplo, en su "Tratado de Ciencia Oculta", da muchas luces sobre el particular. Yo puedo hablarles a ustedes (sobre esto) ampliamente, debido al hecho concreto de que esto que estoy explicando, lo he vivido.

De manera que no necesito estudiarlo para decirlo: lo he vivido, y no les he ampliado hoy todo el tema, lo que quisiera, porque nos echaríamos toda la noche; ni en mil noches acabaría yo de explicarles a ustedes todo el desarrollo de este universo, desde que surgió del Caos. En todo caso, lo he vivido y lo conozco por experimentación directa.

¿Alguno de ustedes tiene algo más que preguntar?

P.- Algunos autores hablan del "Caos" y del Cosmos". ¿Hay diferencias, entre uno y otro?
R.- Del Caos sale el Cosmos. Indubitablemente, mediante la Ley del Tres, es decir, mediante el Santo Triamanzikanno, es posible realizar creaciones de unidades nuevas. Cuando las tres fuerzas (positiva, negativa y neutra) coinciden todas en un punto dado, se realiza una creación. No sería posible la creación de cualquier unidad cósmica nueva, sin la conjunción de esas tres fuerzas que forman, en sí mismas, el Santo Triamanzikanno. Estas tres fuerzas son: el Santo Afirmar, el Santo Negar, el Santo Conciliar. Pero crear es una cosa y organizar es otra cosa. Se puede crear, pero si no hay organización, ¿de qué serviría la creación? Para que un Cosmos (que significa, entre paréntesis, "orden de mundos") surja a la existencia, se necesita de otra ley. Quiero referirme, en forma enfática a la Ley del Eterno Heptaparaparshinok, es decir, la Ley del Siete. Mediante la Ley del Triamanzikanno se hace la creación, pero mediante la Ley del Siete se hace la organización de lo que se ha creado (en la forma de un Cosmos).

Así pues, nuestro sistema solar existe gracias a dos leyes: primera, la del Santo Triamanzikanno; segunda, la del eterno Heptaparaparshinok.

Gracias a esas dos leyes, existe actualmente nuestro sistema solar y nuestro planeta Tierra. Del Caos surgió, pues, un Cosmos y del Caos surgen todos los Cosmos. Luego, de las tinieblas, sale la luz.

¿Alguna otra pregunta?

Bueno, como no hay más preguntas, daremos por terminada esta plática.