En el connubio sexual, las parejas que más unidas están en su interior, son las más tiernas, gentiles y apacibles.
Son también las más naturales, las que no necesitan artificios ni brusquedades.
Mientras más unidas están como almas, menos movimientos corporales realizan, ya que tales movimientos las alejan de su fusión mística espiritual.
Toda persona puede reconquistar ese estado propio de la infancia de ternura, gentileza y quietud que llena.
El comercio y los medios de comunicación masiva, han enseñado, enseñan y lo seguirán haciendo, un tipo de encuetro sexual poco humano, poco natural, poco propio de la esencia del para qué fue concebido en esta realidad de carne y hueso. Un sexo lleno de violencia y de artilujios que tienen como objetivo aparente, la cercanía al otro, pero los resultados se dejan ver en el diario vivir; su alejamiento como personas amorosas y comprensivas, da testimonio de que tales artificialidades no unifican.
La esencia del sexo es la unificación y la creación.
La unificación en pareja se logra en los actos gentiles, tiernos y apacibles del día a día.
Esta unificación crea bondad, belleza y paz entre ambos, que, llevado al acto íntimo carnal, se expresa en una total adoración mutua, en una compenetración fantástica y en una quietud que los llena y reboza de éxtasis y felicidad plenos, que les envuelve y acompaña a todo lugar y en todo momento, impregnando todo a su paso de tal alegría, de tal radiación de amor, de tal vibración y armonización.
El amor unifica y lleva a la quietud que llena, elevándolos a ambos como un solo Ser, como un solo Amor.
La lujuria des-une y lleva a la violencia de movimientos y a la artificialidad que daña los centros del pensar elevado y del sentir unificado.
El sexo gentil, potencia una vida amable, tan comprensiva y tan plena, que la pareja nunca piensa en separarse.
El sexo gentil, mantiene a la pareja siempre enamorada.
