AGOROFOBIA (Definición Biológica aquí)
Si no sabes qué es y para qué sirbe la psicomagia, lee aquí.
Cuando la persona no logra salir de su casa, aquejada por un irracional miedo al exterior, su inconsciente identifica el hogar con el interior del vientre materno. Los sentimientos de la madre encinta se transmiten al feto para quedar grabados en su memoria celular. Si ella teme parirlo por considerar el mundo exterior como peligroso, queriendo guardarlo para siempre en su vientre, el niño recibe la orden de no nacer (orden que permanece vigente toda su vida), y salir a un espacio extenso es nacer, desobedeciendo los deseos maternales. El castigo, más que ser destruido por el mundo exterior, será dejar de ser amado por la madre.
Aconsejo al/la consultante aquejado de agorafobia:
Solicitar la ayuda de cuatro parejas que lo vengan a buscar a su casa.
El/la consultante se introducirá sin ropa dentro de un saco de dormir y provisto de un cuchillo muy afilado. Sus ayudantes cerrarán firmemente el saco y así, encerrado, lo llevarán hacia una plaza pública.
Al ser depositado en el suelo, el consultante deberá abrir con su cuchillo una larga raja en el saco y, lentamente, comenzar a salir, imaginando que está naciendo. Sus ocho colaboradores, mientras él surge, tomados de las manos, girarán a su alrededor cantando una canción de corro infantil. Al emerger completamente, cada pareja derramará sobre «el recién nacido» un litro de agua bendita. Lo vestirán con ropa nueva, e incluyéndolo en el corro, lo harán girar con ellos ocho veces. El consultante se soltará y saldrá de ese círculo andando hacia atrás. Luego, gritando su nuevo nombre, correrá dando una vuelta a la plaza.
Después irán todos a una cafetería a beber un refresco y a comer un dulce. El saco de dormir y el cuchillo, envuelto como un regalo, más una caja de bombones, debe ser enviado por el consultante a su madre.
Si ella está muerta, debe ir a depositar el paquete junto a su tumba.
Esta es una carta de una consultante española:
«El domingo 6 de julio de 2006, a las 12.00, en la Plaza Mayor de Valladolid, seguí sus indicaciones al pie de la letra. Dentro del saco tuve pánico, ganas de llorar y de gritar. Cuando salí de él y derramaron el agua sobre mi cabeza, el espacio me dejó de aterrar. Corrí, salté, grité con los brazos abiertos por toda la plaza, sintiendo alegría... Durante la semana me he sentido «revuelta» y aún me queda un poco de miedo, pero ya he salido sola dos veces.»
Si el/la consultante no tiene amistades ni tampoco los medios para reunir ocho personas, le aconsejo lo siguiente:
Durante el encierro en su casa, debe orinar siempre no en el inodoro sino en un orinal infantil. Cuando haya adquirido el hábito de usar este recipiente, cada vez que intente salir al exterior debe llevarlo en una bolsa. Al menor signo de angustia, entrará en el aseo de un café y orinará en su bacinica, que después vaciará en el inodoro. Este acto le convertirá el territorio exterior en territorio personal, cesando así su angustia.