jueves, 19 de diciembre de 2013

ESO QUE TÚ ERES, ES INDELEBLE





La muerte es, una creencia de desaparición.

Pero, ¿cómo puede desaparecer lo eterno que tú eres?

Tú no tienes ni principio ni fin: lo sabes cuando te aceptas como eternidad, cuando te vives como eternidad, cuando abarcas todo como eternidad.

Cuando te vives como la eternidad que eres, los conceptos de vida y de muerte dejan de tener importancia, porque percibes a todo y a todos en ese instante eterno.

Es en ese estado de eternidad que eres, que percibes a encarnados y fallecidos, como siempre vivos, como siempre presentes, como siempre eternos.

En la eternidad que eres, todo está intacto, indeleble, inmutable.

Como ser absoluto que eres, estás siempre en la mejor compañía que pueda existir para ti.

Cuando te vives como la mejor compañía que eres para ti, te irradias a la humanidad y te conviertes en su mejor aliado.

El mejor aliado es quien no juzga ni para bien ni para mal; quien permite que todo sea como es; quien respeta la individualidad del todo.

Cuando te vives como el centro de toda la creación que te rodea, sabes que estarás siempre en ella y que serás siempre parte de ella. Que si tú cambias, ella cambia. Que si ella cambia, tú cambias.

Cuando te encuentras como el centro de todo, nunca estás solo. Nunca vives y nunca mueres. Nunca estuviste en lugar alguno y siempre estarás en cada lugar del Uno.

Cuando eres el centro, eres el todo en acción, tanto por fuera como por dentro de ti.

Solo los conceptos del bien y del mal, de la vida y de la muerte, obstaculizan tu propio auto reconocimiento como lo absoluto que eres.

En el absoluto que eres, no existen nombres, ni títulos, ni etiquetas, ni rangos, ni niveles.

En el absoluto que eres, nada de tales cosas necesitas.

En el absoluto que eres, no eres ni más ni menos, ni igual.