lunes, 6 de enero de 2014

SER HONESTO, ES SER LO QUE SE ES



Todo pensamiento nos aleja de la honestidad.

Toda emoción nos separa de la honestidad.

La honestidad hace lo debido, en el momento debido, sin juicio moral, del bien o del mal, porque la moral misma es deshonesta, es superficial, y la honestidad es un estado de completa profundidad en lo que se Es.

Estar absorbido totalmente en lo que se Es, es honestidad pura.

Lo que se Es, no puede corromperse, pero al estar atados a las reglas morales, somos deshonestos creyéndonos insanos, impropios, imperfectos.

El estilo de vida en este mundo, hace difícil el reconocimiento de eso que Somos: Todas las reglas sociales, normas urbanas y morales, las costumbres regionales y familiares, constituyen una gran muralla mental y emocional difícil de corroer, de comprender, de demoler.

La honestidad se recupera reconociéndose a si mismo, en todo momento. Reconociendo eso que se Es por encima de toda ilusión propia o aprendida, sea esta de tipo meramente material como espiritual; individual o mundial.

La honestidad es un estado de máxima y total entrega a la Nada, en la cual se procesa Todo lo existente e inexistente, Todo lo que es como materia o como anti-materia. Porque es en esa entrega absoluta, desprovisto de deseo y pretensión personal, grupal y mundial, que se es movido limpia y correctamente, en el momento y lugar adecuados, de la manera y forma adecuada a lo que debe Ser.

Ser honesto, es olvidarse de sus propios intereses, de sus propias alegrías y tristezas, las cuales son efímeras, ilusorias, irreales e inciertas.

Ser honesto, es reconocerse como lo que se Es, y Ser Eso que se Es.





La rosa es hermosa porque no pretende serlo, no tiene vanidad que le diga que debería ser algo que no Es y que debería buscarlo de alguna manera.